DECLARACIÓN FINAL DE LA ASAMBLEA. 29 mayo de 2020
1. Estamos viviendo en nuestro país y prácticamente en todo el mundo una situación muy especial como consecuencia de la pandemia COVID-19. En estas circunstancias, más que nunca, Escuelas Católicas renueva su compromiso por acompañar a los centros e instituciones con orientaciones para todos los asuntos que nos afectan y con todo el apoyo que sea necesario. Queremos tener presentes, de una manera particular, a las personas, centros e instituciones de la escuela católica que más lo necesitan.
2. Nuestro máximo empeño se centra ahora en contribuir a recuperar la normalidad en cuanto sea posible para que nuestros alumnos, junto con sus familias y todas las personas que trabajan en nuestros centros, se encuentren de nuevo con el ambiente colegial y los medios más adecuados para su formación y crecimiento. En este clima de incertidumbre nos sentimos urgidos a preparar con serenidad y realismo el futuro, tomando las medidas adecuadas para asegurar la sostenibilidad de todos los centros.
3. Este tiempo de pandemia ha sido una oportunidad de volver a las fuentes del Evangelio y de nuestros carismas, y redescubrir la urgencia de la misión de #EducarParaDarVida. Las acciones que hemos emprendido estos años desde el Departamento de Pastoral podrán ayudar a ello, ya que están encaminadas a reforzar los canales que facilitan su labor a la Gracia: la formación teológica que favorece el fortalecimiento de la identidad del educador cristiano y su misión de evangelización; las metodologías que ayudan a profundizar en la experiencia espiritual a alumnos y profesores; y los programas que orientan los proyectos y actividades de compromiso social desde una perspectiva cristiana, muy necesarios para construir la “nueva realidad” que nos tocará vivir desde los valores del Evangelio.
4. La crisis económica que va a vivir nuestro país es una realidad que ya constatamos en el tejido social y empresarial. La incertidumbre sobre su profundidad y duración sólo alimenta el temor y la desesperanza. Siendo conscientes del escenario de dificultad al que vamos a tener que enfrentarnos, redoblamos la defensa de la educación como la mejor inversión para el futuro de un país. La escuela concertada no es el lugar de donde detraer recursos cuando es eficiente y eficaz en su gestión, y vertebra derechos fundamentales como la libertad de enseñanza. Como entidades de Iglesia, las escuelas católicas tendremos que redoblar nuestra acogida a todos en lo personal, lo espiritual y lo material con todas nuestras capacidades y con el apoyo que debemos recibir del Estado en las mismas condiciones que todos los centros.
5. Estamos convencidos de que la escuela católica tiene un papel fundamental en el contexto actual para dar respuesta a los retos educativos sin perder de vista nuestras raíces e identidad, sabiendo captar las necesidades de nuestras comunidades, escuchando a los más desfavorecidos y acompañando a las titularidades y centros. Debemos seguir reflexionando y aprendiendo juntos en cualquier escenario, anticipándonos a las nuevas exigencias, siendo fieles a nuestros principios y flexibles para adaptarnos.
6. La Pedagogía y la Tecnología nos pueden ayudar a mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje y optimizar nuestras formas de coordinar y comunicar. Para lograrlo, necesitamos centros educativos que apuesten por el desarrollo de la competencia digital en todos sus ámbitos y construyan su propio proyecto de integración de las TIC, respetando sus propios ritmos. A ello les puede ayudar el programa ec-digital para la certificación de centros digitalmente competentes.
7. La situación actual ha afectado también a los problemas de naturaleza jurídica en el ámbito educativo, obligando a intensificar el asesoramiento que Escuelas Católicas presta a nuestras instituciones. El objetivo es que se puedan adoptar con garantías las decisiones correspondientes, en un momento de una producción normativa cuantiosa y cambiante, y con la creciente necesidad de negociación política, educativa y laboral. Nuestra participación en otras organizaciones, como la CEOE, nos puede ayudar en esta tarea.
8. Escuelas Católicas celebró en 2019 su XV Congreso: #magister. Educar para dar vida, con un récord de participación de más de 2.000 directores, profesores, titulares de centros y destacadas figuras nacionales e internacionales. Fue una experiencia enriquecedora y motivadora, que permitió reflexionar sobre la figura del profesor y reforzar nuestra identidad como escuelas que comparten ideales educativos basados en el Evangelio. Algo que se ha vuelto imprescindible para enfrentarnos a las circunstancias impuestas por una pandemia que requiere de nosotros un compromiso mayor, si cabe, con la transmisión de nuestros valores evangélicos.
9. Escuelas Católicas quiere reiterar en esta Asamblea, la necesidad de paralizar la tramitación del Proyecto de LOMLOE, actualmente en el Congreso, mientras dure el vigente estado de alarma. En el contexto presente de confinamiento y limitación de derechos no es posible el diálogo ordinario con los grupos parlamentarios, ni la participación de los representantes de la comunidad educativa o de expertos del ámbito educativo. Es imprescindible recuperar la normalidad parlamentaria antes de proseguir con la tramitación de una Ley Orgánica de esta relevancia. Si los partidos políticos que sustentan el actual Gobierno de coalición consideran urgente la derogación de la LOMCE porque no fue una Ley de consenso, deberían buscar de manera responsable el mayor respaldo y consenso para la nueva Ley educativa.
10. Además de considerar que no es el momento de tramitar la LOMLOE, creemos que el actual Proyecto restringe los derechos fundamentales de los titulares de centros, padres y alumnos, relegando a la enseñanza concertada a un papel subsidiario de la pública, rompiendo el equilibrio y la complementariedad de redes establecida en la LOE de 2006. Por ello, ahora más que nunca, es urgente incluir a la educación dentro de los Pactos de Estado que propone el Gobierno.